LAS SEÑORITAS DE AVIGNON. Pablo Ruiz Picasso. 1907.
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Contemplar esta obra por un instante conduce
de modo inevitable a la producción de un juicio valorativo inmediato y sometido
a análisis, en el caso de quien la observa. ¿Qué representa…? El cuadro te mira
fijamente, te intimida y eso ocurre entre más lo mires.
Esta obra llamada por
Picasso “El Burdel” mereció el reconocimiento de ser la primera pintura en su
género; una pintura vanguardista que da origen al estilo artístico del siglo
XX, desde su contexto histórico resulto ser agresiva y grotesca una propuesta
artística atrevida y descarada, que desafiaba el buen gusto y el decoro del
siglo XIX, fue un reto total para Picasso que después de 400 años de pinturas
realistas y en perspectiva, él planteará
una propuesta distinta en forma sofisticada, madura y autoritaria; esta pintura
es producto del deseo de liderar en las vanguardias pictóricas, lo que ocurría
entre Henry Matisse y Pablo Picasso en Paris en 1906.
En la pintura se
observa a cinco altísimas prostitutas con cuerpos angulosos, pechos
triangulares y miembros gruesos y pesados, los rostros se asemejan a diamantes,
cabezas ibéricas de belleza salvaje y ojos impactantes, formas distorsionadas y
agudas. Tres de las mujeres observan agresivamente, vemos dos cabezas muy
diferentes, mejillas desgarradas a una de ellas le falta un ojo. La imagen que
está en cuclillas esta distorsionada como si le sacaran de los hombros y la
pegaron al revés; la naturaleza muerta no resulta para nada apetitosa, el
empleo del color blanco es fluorescente y no hay perspectiva. Algunos opinan
que en el cuadro no hay nada armonioso ni bello desde los estándares
convencionales, cada elemento esta en contraposición a los que se encuentran
alrededor; el redondo contra el puntiagudo, el primer plano contra el fondo;
todo se contrapone.
El cuadro horrorizo a
los primeros que lo vieron, se observa conflicto y tensión, asociaron la producción
de Picasso con a muerte, nadie había
creado algo similar y menos en dichas dimensiones; se dice que esta obra cambio
el curso del arte y redefinió la idea de belleza, tomando en consideración que
para su producción Picasso se encuentra en medio del caos, en un estudio en un
sótano con condiciones deplorables, se encontraba pasando por problemas
sentimentales con su pareja por resentimientos, culpa e infidelidades; como un
ser misterioso prefería pintar en la noche y desnudo, debido a las elevadas
temperaturas, dormía en el día y así se convirtió en un ser aislado cuyo único
contacto era con prostitutas.
El arte tribal
(África) no era considerado arte en la época pero contribuyo en su estilo a la
obra de Picasso facilitando los medios para romper con las formas realistas y
naturales de representación, ello se evidencia mediante la toma de rayos X
sobre dos de los rostros que parecen tener máscaras africanas. Esta obra
replanteo la naturaleza de la sexualidad, del espacio físico y de la relación
entre el arte y el mundo, Picasso nunca hablo de su obra, prefería que la
imagen atrajera profundamente sin revelar sus secretos. Aun así esta plasma el
sentido moral, su terror a las enfermedades de transmisión sexual, la sífilis
en particular, muy común en la época y de la que se contagió. Picasso hizo
cientos de bocetos sobre papel, posiblemente entre 700 y 800, más preparativos que para cualquier obra
de la historia del arte que se conozca; todos eran una densa mescla de ideas,
influencias y preocupaciones. Todo este material contradice el tema de la
inspiración del artista, es todo un trabajo muy detallado es casi un trabajo
académico sobre el desnudo.
Finalmente la obra
estuvo guardada por 9 años después de ser pintada y luego fue expuesta por
primera vez al público, fue cuando recibió el nombre de “Las señoritas de
Avignon” por André Salmon organizador de la exposición. A mediados de la década
de 1920 era una gran obra del arte culto de Paris, la más problemática imagen
del arte moderno, era más poderosa.
Vendida por 25.000 francos, actualmente 7.200
dólares, precio irrisorio para una obra como esta. Luego fue expuesta por un
coleccionista pero Picasso nunca fue a verla aunque se le solicito, al morir
este su esposa vendió la obra 6 veces más costosa. En 1937 el cuadro viajo a
Nueva York al exhibirse pasa a ocupar importante lugar en la historia, lo
compra el museo de arte moderno de Nueva York por 28.000 dólares, hoy cuesta
320.000 dólares. Luego adquiere el rotulo de ser el primer cuadro cubista
aunque no encaja completamente en esta clasificación. El cuadro fue limpiado
con saliva y luego se removió el barniz aplicado antes en 1950 quedando una
apariencia laminada para su protección y exposición. Esta pintura influyo de
forma definitiva y contundente en los artistas modernos en EEUU quienes estaban
preparados para un cambio, el deseo de explorar el inconsciente y los deseos
sexuales, la figura humana, la imagen del mundo, así se reinvento la pintura.
El artista
consideraba que “Un cuadro vive por su leyenda no por otra cosa” -Pablo Picasso-,
nunca explico su obra, aun así siempre será la obra más importante del siglo XX
por ser la primera en su género. El conocimiento que se tiene de esta pintura
es gracias a los bocetos de sus libros de dibujo y al contexto social e histórico de este artista.
Quien se atreviera a
romper esquemas y estereotipos, todo lo convencional fue transformado desde un
plan calculado y estructurado mediante una secuencia de bocetos, todo asociado a varios factores que permitieron validar la
pintura de Pablo Ruiz Picasso como única en su momento y desde su género. La
controversia de la correcta interpretación de una obra de arte viene a colación
al contrastar dos eventos; la obra no fue explicada nunca y la propuesta en el
estilo es nueva. Sin calificativos de carácter estético es indudable que esta
pintura como otras importantes está fuertemente marcada por las características
de personalidad de su autor, de su entorno, de las circunstancias de la época,
de la idiosincrasia de un pueblo e incluso de un mundo globalizado, como vimos
la influencia de áfrica y del arte ibérico se dejó sentir en esta pintura.
Yanhire Rodríguez
Polanco
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